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Mi pasión por Granada, especialmente por la Alhambra, es probablemente irracional. Por eso es una pasión. Fue en 1998 cuando nos tropezamos por primera vez. En pleno mes de julio, con una ola de calor andaluza que propiciaba que los turistas acamparan en los bares y nadie osara a subir a la colina de la Sabika. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tus muros rojizos, desconchados, muestran orgullosos tu fortaleza. La Alcazaba suele visitarse con rapidez pero ese recinto amurallado y militar impresiona por su arrogancia , en el mejor sentido de la palabra. Después aparecen los recintos palaciegos. Cada uno con su peculiar belleza. A algunos les encanta el patio de Arrayanes y su imponente alberca. Otros se dejan seducir por el patio de los Leones y sus juegos de luces y sombras a través de los mocárabes. El Partal y su torre vigía. El Generalife y su acequia real. A cada uno lo suyo, como así se relacionan las personas.
Han pasado 20 años y he perdido la cuenta de las veces que la he visitado. Solo, en pareja, con pequeños grupos, con multitudes. En invierno, en verano. Quizá en las estaciones de entretiempo menos. Quizá es que ya solo existe el tórrido verano y el gélido invierno.
El montaje es ingenioso. En un minuto te articula la construcción ( ordenada cronológicamente ) de las principales partes que conforman esta ciudad. En un vistazo te ayuda a comprender.
Pasa tan rápido el video como lo han sido estos 9 años precedentes. En Los Molinos me he encontrado con compañeros de una escala considerable. Entregados a su trabajo, cercanos y comprensibles; desarrollando proyectos que -indistintamente fueran innovadores o tradicionales - situaban al alumno como el eje articulado de su motivación. Capaces de absorberte por completo, de ilusionarte como aquel artista que sube por primera vez al escenario, de ponerte a experimentar con metodologías novedosas, de involucrarte en actividades por doquier y de hacerte sentir que aquello tiene El Sentido y es perdurable tanto como son los ladrillos y el mármol de la Alhambra. Tan sencillo y tan complicado como un sorbete literario sujetado en la pared con una chincheta, tan estimulante como la Constitución en manos de los alumnos de 2º de Bachillerato para mostrarla a sus compañeros de la ESO, tan educativo como encerrarse en un cuarto para rasgar y comprender las vestiduras de cada alumno, y sentir formar parte de tantos departamentos como personas vas descubriendo, algunas tardíamente, e incluso atisbando simplemente su calidez y valía justo antes de que se marchen, después de que tus pasos viran.
Serán que todos son como la Alhambra que cada vez que vas , te maravilla.
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