jueves, 20 de marzo de 2014

Granada 2014



A finales de enero, pusimos rumbo, un año más, a Granada.

 Los alumn@s de 4º de ESO se iban a acercar a algo tan cercano y al tiempo  tan desconocido como sorprendente. 



Ellos bien saben que han visto Granada de una forma diferente. Nuestra primera parada era la estación invernal de Sierra Nevada. La tarea era sencilla: alcanzar los dos mil metros de altura, calzarse unas raquetas y ser guiados por las pistas que rodean el Veleta. Como unos intrépidos expedicionarios, avanzábamos como hormigas sobre un fondo blanco; algunos veían la nieve por primera vez; todos caían sobre ella. Cansados, sin duda; satisfechos tras dos largas horas de caminata y poder deleitarse que somos capaces de disfrutar de la alta montaña y ser parte, minúscula, de la naturaleza.

Llegar al hotel, instalarse en la habitación y recuperar con la cena. Lo importante del bufé es que comemos de todo y juntos, compartiendo espacio con personas ajenas. Somos parte de una sociedad. Demostramos que podemos integrarnos plenamente en ella.





Hay que irse a dormir, pero antes hay que conciliar el sueño. Pasear por el Paseo de los Tristes no es más que una invitación a descubrir espacios únicos. No existe espacio idéntico en el planeta, pero la Cuesta de los Chinos te invita al silencio. Las Mil y una Noches ahí se ubica.


Desayunar te proporciona alegría. Hay que ir a clase. Claro, que ser el alumno quien la imparte y hablar de Historia, de Música, de Física, de Literatura proporciona una satisfacción ilimitada para propios y ajenos. En el Archivo Musical de Andalucía el profe se convierte en alumno, y el alumno demuestra que sabe y puede enseñar, de todo un poco. 


Además, si te descuidas, al salir, te ofrecen hasta un puesto de trabajo.




Y nada mejor que aplicar los conocimientos adquiridos en un Museo diferente. El Parque de las Ciencias siempre te ofrece algo peculiar. Exposiciones temporales, pabellones permanentes, cuerpo humano y títeres; física y aves rapaces. Piezas de ajedrez gigantes y torres miradores desde donde se observa Granada y Sierra Nevada. Un mundo en miniatura. Y allí, todos nosotros.

El último día nos encontramos con la Alhambra. De sobra conocida, hay que verla de manera diferente. Su agua, sus azulejos y figuras geométricas, sus mocárabes y artesonado. Y este año, el vestido y la espada de Boabdil adornando el Palacio de Carlos V. 






No existe lugar en el mundo igual que este. Tanto que después, con las compras, nos lo traemos, reproducido en platos y sudaderas, en bolígrafos y agendas. No podemos dejar Granada sin sentirnos parte de aquella época, cuando éramos Al – Ándalus . Por la noche, un baño en un Hammam, las piscinas, la sauna y un masaje reparador. Ya hemos comprendido toda la teoría.

Y antes de volver, un encuentro con Federico García Lorca. Ir a Asquerosa para conocer la casa de Bernarda Alba, y ser gitano teatralizando o poeta recitando. Y ver el puente donde Colón fue llamado por la reina Isabel para que al fin, se encontrara con  América. Pero, esa es otra Historia.












Y en el autocar, de vuelta, nuevas imágenes. Un Museo del Albaicín, una Gymkana por el barrio… Tantas cosas que el próximo año, en su V Aniversario, otro día es necesario. Estáis todos invitados.


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